Es verdad que nuestros encuentros con la música, como escuchas, son en los momentos de ocio o al menos así lo era antes que apareciera la tecnología portátil de mp3 que nos somete de prepo un ritual, que fue sagrado, y que paso a ser corriente y vulgar al poder estar conectado todo el tiempo a él y sin relación aparente ni con el disco de donde proviene, ni con el artista que lo ha creado.
El ocio bien empleado nos puede hacer llegar a razonamientos que en el trajín o rutina de un día no podríamos y allí es donde queremos apuntar. La música como un desafío para el melómano, que lo nutra, y no un simple pasatiempo. No es intelectualizarla, es sentirla, conectarnos a ella.
La tecnología contemporánea nos quitó, porque así lo permitimos, el encuentro apacible con el arte sonoro, esa disposición placentera de un momento único e irrepetible que nos permitía conectarnos en profundidad con lo que oíamos y relacionando el arte de tapa con la lírica y las melodías.
Había un lugar y un momento para esa especial conexión con las sonoridades que proponía el músico y de ella sacábamos con gozo el máximo provecho.
Internet hizo también lo suyo como para que esto deje de ser sagrado, transformando en obsoleto la contemplación del disco como un todo, físico y espiritual.
Sócrates dijo “La finalidad del arte es dar cuerpo a la esencia secreta de las cosas, no el copiar su apariencia” y en la interrelación del arte, en este caso la música, con el melómano debería ser interactiva para que quien escucha pueda escudriñar dentro de esos secretos que el oficio de la imaginación muestra, y que quien está en disposición, pueda quitar el velo de lo que las musas atesoraron en la canción canalizada por el artista para que los sinceros buscadores den con esa verdad.
A pesar de Internet, de Iphone, del celular, etc., estamos en un sopor que nos incomunica y desconecta de todo, de la vida, del prójimo, de la mirada del otro, de la naturaleza y sobre todo de uno mismo.
Esa desconexión es la que rige nuestras vidas mientras nos maravillamos del avance tecnológico impávidos de las consecuencias que eso puede traer al devenir de nuestras almas.
La relación que tenemos con la música no es ajena a lo que describimos. Y la industria musical sigue generando seudos artistas que no están en la música por ella, sino por la fama, el dinero o las mujeres. Eso también es enajenar.
No pretendemos dictar como debe ser tu encuentro con las canciones, eso no es lo que aquí expresamos, es describir como el sistema y el progreso nos empujan a que cada vez seamos más lineales en nuestras vidas y menos profundos, pero no profundos desde estructuras mentales de supuesta erudición, sino sintiendo las cosas.
Uno puede simplemente “estar” pero conectado con todo lo que lo rodea o tan solo viendo una rosa y experimentar como todo el Universo se centra en ella o como ella te habla del Universo.
El compositor y músico alemán Ludwig van Beethoven dijo: “La música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía”, no perdamos la oportunidad de descubrir lo que ella tiene que contarnos…
¡Feliz Día de La Música!
De: Brujito Hechizero
Ludwig van Beethoven
2 comentarios:
Hermosa reflexión...tenés un don para expresarte de esa manera
Amigo Joel, que bueno que pasaste por el blog, gracias por sus palabras loquito =)
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