miércoles, 6 de junio de 2012

El mainstream carcome la sencillez y creatividad de los artistas

Es increíble el vuelco artístico, de imagen e intensión que se ven en muchos de los artistas que llegan a la aceptación global después de editar buenos discos con los que les permitieron que el gran ojo del mainstream los visualice.

Para algunos esa exposición a la que los somete el omnipotente observador es un castigo más que una bendición, porque empieza a desvanecerse lo que verdaderamente “son” por el “deberían ser” (según las reglas que allanan todo aquello que ose sobresalir con libre intensión sobre el resto)

Este es un tema del que comentamos en algunos artículos y que lo hacemos ahora en forma íntegra al sentir como muchos de los que conforman el grupo de elite del indicado sistema se ven perdidos en cuestiones de imagen y de lo políticamente correcto alejándose de lo que alguna vez fue único y original en ellos.

Claro que para los que conforman toda esa maquinaria de exposición, el artista sigue el camino correcto porque éste dejó de moverse bajo su fuero interno y es funcional al negocio.

No todos están con ese velo, pero para aquellos que saben observar desde afuera las cosas podrán intuir lo que les revelamos en “Nieto Ni Lo Otro…”. Hay más que nada entretenedores que están por la fama y el dinero y no por una inquietud creativa per se que eleve su espíritu a la altura propia y no a la del dictado de las estructuras que buscan tener sometidos a sus miembros.

Y en las mujeres se encuentra un terreno fértil para subvalorarlas con posturas que van desde lo sexual a lo sexual, así de redundante es la realidad que se les busca imprimir en ellas para captar melómanos, lo que es una ridiculez, es como pretender comer por las orejas.

Esto no hace más que desvirtuar la parte creativa, que es lo que verdaderamente puede llegar a alcanzar un carácter perenne, que todo lo otro, por su propia naturaleza, es incapaz de manifestar.

En el mainstream hay grandes voces, muy buenos discos pero terminan cediendo o subordinados por la imagen y las posturas a los dogmas de aquel, el gran corroedor y dictador que impone lo que se debe hacer, escuchar y ver.

¿Y la música donde queda en este panorama?
Colplay y Rihanna – “Princess of China”

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