Dos horas y media aproximadamente duro el show de Divididos en el Orfeo Superdomo de Córdoba, el sábado 16 donde tocaron cerca de una treintena de canciones con invitados como Rubén Patagonia y el Dúo Coplanacu, sumergiéndonos en distintos ritmos, tempos y emociones. Pasaron tantas cosas en esa noche que al ver lo que duró el espectáculo uno se pregunta ¿Cómo fue que lograron plasmar todo lo que ofrecieron?
El mitin aplanador empezó con la canción “Elefantes en Europa” del disco “Narigón del Siglo” que a pesar de ser un inicio poderoso la gola de Ricardo Mollo aún estaba en proceso de calentamiento pero paulatinamente ese canto en forma de mantra que tanto le conocemos iba tomando su lugar y su estado de pureza con “Buscando un Ángel”; “Capo Capón”; “Tanto Anteojo” y “Mantecoso”.
Después de las primeras canciones la aplanadora entró en una meseta para dibujar musicalmente un paisaje donde relajarnos con versiones electroacústicas de “Par Mil”; “Pepe Lui” y “Spaghetti del Rock”.
Catriel Ciavarella, su baterista, debe recibir una mención especial, con sus golpes al cuerpo del instrumento que interpreta pareció martillar con su sonido que se clavaba en nuestros pechos haciéndolo vibrar en un ritual tribal que provocaba indefectiblemente querer mover nuestros cuerpos como lo hacían nuestros ancestros. Incansable, enérgico y contundente.
Lo que nos lleva al otro hombre que integra la explosiva base y que ostenta una inigualable interpretación del bajo como lo es Diego Arnedo, extrayéndole un sonido agudo a sus graves, paradoja sonora responsable de gran parte de la identidad de la banda que siempre está a la altura que le conocemos y que este sábado no fue la excepción.
Después llegó el momento de las visitas. El dúo Coplanacu pisó el escenario con un suspiro de sorpresa de todo el público que los recibió con alegría, para tocar “La Flor Azul” donde se desarrolló con voces antagónicas, los tonos altos de Mollo y los bajos del dúo, que no revestiría ningún inconveniente salvo que los invitados cuando cantaron su parte en soledad se los notó algo apagados pero la magia de la sinergia hacía que al entonar juntos esa hermosa chacarera alcanzaran la analogía sonora que se elevaba por todo lo alto del Domo y mas allá.
Con el tema “Cristófolo Cacarnú” se preparaba el terreno para la segunda visita en la imponente imagen de indio de Rubén Patagonia, que al igual que en el anterior espectáculo brindado por Divididos en el Orfeo presentando “amapola del 66”, interpretó con la música de “Indio deja el Mezcal” de fondo el grito desgarrador de la pachamama mientras en las pantallas al costado del escenario su rostro angustiado se multiplicaba por miles. Tan emotivo como la de 2010.
Antes de la canción “Senderos” de su último disco, Mollo advertía que en el norte del país empresas extranjeras seguían secando y contaminando la tierra con la extracción de Uranio y que pronto llegarían a Córdoba (N de la R: Si es que ya no se encuentran aquí).
Como comprobarán Divididos ofreció todos los condimentos de lo emotivo, de conciencia, alegría y comunión musical que va del Rock más directo al folclore o ambos al unísono. Pero a pesar del torbellino sónico de la Aplanadora del Rock hay un hombre simple que cimienta todo eso con su cordialidad, sus buenas formas y la apacible manera con la que expresa hasta su enojo más grande que hace que toda esa vorágine llegue a sus fans con notable tranquilidad, uno experimenta eso, una paz roquera mientras nuestros cuerpos y espíritu se conmocionan en el sube y baja emocional que propone la banda.
Ese hombre es Ricardito Mollo que con su clásico “chaaas gracias” nos dice: Aquí hay un amigo. Y así lo sienten todo. Un ejemplo de esa relación con los seguidores se puede ver cuando él hace subir al escenario a quien picarescamente lanzó su D.N.I para que el hombre que empuña la guitarra del trío le de un abrazo que todo el recinto responde con un suspiro de ternura pero también de deseo por estar en el lugar del elegido por Mollo, y de cierta manera, todos estamos abrazándolo en ese ritual que se repite en cada presentación, al menos aquí en Córdoba.
“Perro Funk”, que dedicó a todos los que tienen un perro como mascota, “salir a Asustar”, “Amapola del 66”, “Hombre en U”, “Sucio y Desprolijo” para el homenaje al Carpo, “Rasputin”, “El 38”, “Ala Delta” y “El Arriero”, estos tres últimos clásicos infaltables, incombustibles en el vivo del trío.
El final llegó con la canción de Sumo “Crua Chan” y “Sobrio a las Piñas (quien se ha tomado todo el vino)” para que luego los loquitos de la interpretación, Catriel y Diego, zaparan en soledad mientras Ricardo saludaba a los presentes que se encontraban al pie del escenario.
Divididos logra llegar al corazón de sus seguidores por todos los caminos que tiene un artista para hacerlo y sin ponerse en posturas seudo-rebelde-roquera para recibir todo el cariño de su público. Incluso cuando en alguna oportunidad, en otras presentaciones, un pequeño sector de los espectadores arengaban la muerte de un músico la banda hizo saberles el aspecto ignorante a través del cual se manifestaban.
No podemos decir mas nada sobre esta banda, solo que comprueben por ustedes mismos lo que es la experiencia vívida del vivo y cada uno desentrañe sus propias sensaciones, así como los hombres sabios llegan a la verdad, no porque se lo dijeron, sino porque lo comprobaron por si mismos.
Divididos en el Orfeo de Córdoba en un fragmento del “Arriero” el 16 de abril de 2011
Web oficial: www.divididos.com.ar/
Foto de: La voz del Interior
2 comentarios:
esta bueno tu blog, voy a pasar regularmente, saludos.
Gracias amigo, es bienvenido, un abrazo enorme para vos =)
Publicar un comentario