En otros momentos en el blog hemos escrito sobre el culto mórbido a la muerte que como sociedades tenemos en nuestros pensamientos que como una fuerza nos impulsa a querer tocar o sentir lo que nunca más sentiremos o a palpar lo que jamás se nos ocurrió prestar atención, en este caso, en el ámbito musical lo que genera una figura iconográfica.
Ese comportamiento inconsciente es del que se aprovechan quienes quieren hacer negocios con nosotros hasta incluso crear una necesidad que nunca tuvimos, algo que no sucede solo con la comercialización de la muerte de los artistas. Siembran esa semilla para formar personas funcionales a ciertos intereses que nunca son los nuestros, siempre son de aquellos, pero si nos pertenece la responsabilidad de permitir que jueguen con nuestra voluntad.
Mahatma Ghandi dijo: “El verdadero progreso social no consiste en aumentar las necesidades, sino en reducirlas voluntariamente; pero para eso hace falta ser humildes”.
Uno se pregunta ¿quién es el difunto en realidad en este juego que se propone desde el régimen que domina el mundo?
Ahora, dos ejemplos diferentes de músicos fenecidos que volveremos a oír, no por un recopilatorio sino con canciones nuevas o versiones. Amy Winehouse y el gran Freddie Mercury.
Con Winehouse, mientras hace unos días recién conocíamos las verdaderas causas de su muerte, por otro lado nos enterábamos de la publicación de un nuevo álbum de la cantante para el próximo 5 de diciembre a través de Island Records/ Universal Music.
El disco tendrá canciones inéditas, reversiones de clásicos y composiciones no conocidas hasta ahora de Amy bajo el nombre de “Lioness: Hidden Treasures”.
No concebimos como una disquera como Island Records que mando hacer de nuevo un material que la cantante Soul había compuesto por que éste no poseía el estilo que la catapultó a la fama, ahora crea que lo que ha dejado registrado pueda ser publicado, por supuesto que la respuesta ya la sabemos todos ¿No?
Esto dijo el Padre de ella sobre sus impresiones al dar con los temas que compondrán el nuevo opus de su hija:
“Pasé mucho tiempo persiguiendo a Amy, diciéndole que nunca me había dado cuenta el verdadero talento que era ella. No fue hasta que me senté con el resto de mi familia y escuché este disco que pude apreciar realmente la amplitud del talento de Amy desde standars de Jazz hasta canciones de hip hop. Me dejó sin aliento”.
Desde la otra vereda se halla Queen con una realidad totalmente diferente a la de Amy, aunque pasó por el mismo periplo la imagen de Freddie Mercury después de su muerte y exceptuando a “Made In Heaven” que fue la última voluntad de Freddie que lo grabó sabiendo que se acercaba la culminación de su vida física bajo el nombre que trascendió el anonimato y así dejar su legado final.
La novedad en el fuero interno de La Reina la rebeló Brian May confirmando días atrás que hay grabaciones del cantante que podrán ser usadas para un disco con nuevas canciones donde el encantador timbre de su voz vuelva a respirar una melodía.
"Las canciones están ahí es sólo cuestión de encontrar tiempo para conseguir una buena producción", fue lo que dijo el guitarrista para confirmar la noticia.
Aquí el ejemplo es saludable porque no está cargado del morbo que se genera inmediatamente después que una figura de primer nivel deja éste mundo.
Lo que sí, no podemos sesgarnos a la impronta dejada en el consciente colectivo por cualquier artista y hasta festejamos la publicación de material, el entuerto está en el corazón de cada uno de nosotros, es él desde donde y porque actuamos como actuamos cuando la tibieza del cuerpo dejado por un alma incentiva nuestros sentimientos más bajos y mecánicos.
Dos situaciones antagónicas que a pesar de eso se tocan en un punto, ambos parecen tomar una bocanada de aire, de esas que de vez en cuando los artistas que no se encuentran junto a nosotros físicamente dan para seguir maravillando a las masas con una nueva canción.
Amy Winehouse y Tony Bennett – “Body and Soul”
Queen en Argentina en 1981 (Concierto completo)
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