jueves, 19 de febrero de 2015

Una seguridad mental llena de apariencias

Es tristemente notable como nuestras seguridades se basan en fundamento donde la desvalorización y la ignorancia son los enclenques baluartes donde se sostiene una supuesta paz mental, que no es otra cosa que desesperados intentos por afianzar un ego que se alimenta de lo externo, fagocitando con fruición para nutrir su monstruosidad.

Cuando esa aprobación no llega de afuera nuestra mente se expresa por lo que realmente es, una insegura y pobre muestra de lo desconectada que está de certezas, esas que uno sólo puede descubrir cuando enfrenta heroicamente sus propias sombras y se hace responsable (responde de sí) de lo que es, en total desnudez.

Pero la humanidad prefiere llenarse del ropaje que simula en posturas, pensamientos, ideales, sentimientos, etc., y mientras tanto, bajo la piel hiede un mundo de crueldad, desprecio y odio que son proyectados consciente o inconscientemente hacia afuera construyendo este sórdido mundo en el que vivimos, mientras nos rasgamos hipócritamente las vestiduras ante esas propias fantasmagóricas creaciones.

Paradojas de una mente dormida y un espíritu abandonado a las sombras que busca desesperadamente alguien que lo saque de su miseria, de allí que haya tanto lideres programando pensamientos y sentires para el propio beneficio del guía, robusteciendo el sopor de sus seguidores y manteniendo las cosas tal como estaban, sin cambios de ningún tipo.

Formando los ciclos eternos de las mismas situaciones, con las mismas discursivas persuasiones y los mismos pésimos resultados que fortalece más aquello que en la dialéctica se buscaba cambiar pero que en la práctica se muestra indeleble.

"El caos es la ley de la naturaleza; el orden el sueño del hombre". (Henry Adams)

Carl Gustav Jung decía que la psiquis del hombre pendía de un delgado hilo, y que es el aspecto que más desconocemos de nosotros, estamos a la deriva y no sabemos qué impulso incontrolable puede disparar en ella determinadas conductas que pueden llevarnos a situaciones trágicas o irreversibles.

Uno llega a la comprensión de dichos patrones de conducta por medio del conocimiento de sí mismo, escarbando en las propias sombras y reconociendo de qué están hechas, así damos luz a nuestro interior y nos liberamos de toda esa dolorosa ilusión con la que sostenemos nuestro existir.

En la vida subyacen secretos y misterios que deberíamos develar con cada una de nuestras experiencias y que van más allá de nuestras creencias o pretensiones, son cuestiones que no podemos controlar ni programar, aunque nos empecinemos en hacerlo ellas se mostrarán y derribarán nuestras estructuras mentales una y mil veces hasta que al fin aprendemos de la ficción en la que estábamos.

Hay algo que uno debe descubrir en esta existencia, debe ir a su encuentro, es algo que el pérfido mundo no te lo puede dar, es más, sus postulados e ideologías te alejan de ese sagrado propósito que es darte cuenta quien sos.

“Quien sea conocedor de todo, pero falle en lo que respecta a sí mismo, falla en todo”. (Jesús)

Es un mundo que te vende seguridades y lo que uno debe buscar es la vulnerabilidad, la pequeñez y la humildad.

Quizás debemos experimentar el caos y la confusión mental para poder revelar ese aspecto divino y Cósmico que mora en nuestra propia tierra, en ese mundo interior, abnegándonos a aquellas comodidades propuestas por la mundanidad que no hacen otra cosa que ilusionarnos y entumecernos mental, física y espiritualmente, fortaleciendo las pasiones y apetitos del cuerpo, de esos que no nos dejan ver…

No es casualidad (nada lo es) que esas oscuras raíces sorban de los tres aspectos que conforman la totalidad de un ser humano.

El sistema te dice que una vida tranquila es realmente vida, pero para quienes están en el camino de los significados eso es una gran mentira porque cuando nos pasan cosas que nos sacan de la tranquilidad y de esa falsa seguridad construida por las apariencias de la materialidad y las posturas es cuando uno está caminando y está viviendo verdaderamente.

Debemos desconectarnos de todo a lo que estamos aferrados y fanatizados y conectarnos con aquellas que construyen nuestra alma y que precisamente son inasibles, pero tan o más reales que todo el plano físico, un camino que no es sencillo y cómodo pero que lentamente nos llevará a una comprensión y tranquilidad que serán sustentadas por el Universo que nos sostiene perenne desde nuestro interior.

Las certezas nunca vienen desde afuera, cuando comprendamos nuestro adentro el exterior se fundirá a nosotros en concordancia con esa energía que brota en el profundo pleroma que habita en nuestra finita humanidad.

A Perfect Circle – “Orestes” en vivo (Subtitulado en Español)

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