El concierto fue uno de los mejores que ofreció el fantástico guitarrista texano que brilla en cada movimiento dactilar por el mástil de su instrumento, una extensión de sí mismo, mientras enciende el fuego de su espíritu en cada tañer de las cuerdas, prestidigitando su pasión vital.
Uno escucha y ve la intensidad de ese encantamiento que alcanza Vaughan en el argot sonoro que crea per se, más allá de la canción en sí y de él mismo.
Se transfigura artísticamente.
Stevie Ray Vaughan en el Teatro Capitol el 21 de septiembre de 1995
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